Las tortugas marinas son generalmente criaturas solitarias que permanecen sumergidas la mayoría del tiempo que viven en el mar, lo que hace que su estudio sea extremadamente difícil. Raramente interactúan con otros seres vivos, fuera del cortejo y el apareamiento. Las tortugas oliváceas, sin embargo, llegan en grupo a las playas de anidación. Pero incluso cuando nos encontramos con grandes grupos de tortugas, ya sea en las zonas de alimentación o durante las migraciones, la interacción y el intercambio de comportamiento entre individuos se da muy poco.
Debido a la dificultad en el estudio de las tortugas marinas en mar abierto, aún existen muchas cosas desconocidas en relación a su comportamiento. Sin embargo, las décadas de investigación incluyendo observaciones en el mar, han contribuido sustancialmente para el conocimiento de sus hábitos y comportamientos diarios, como el cortejo, el apareamiento y la anidación.
Las tortugas marinas son conocidas por alimentarse y moverse entre ciclos de actividad/pasividad. Durante la temporada de anidación, una investigación conducida en el sureste de EEUU ayudó a descubrir que las cabezonas siguen patrones regulares entre la misma playa de anidación y arrecifes y formaciones rocosas cercanas a la costa. Se cree que el apareamiento y/o la alimentación ocurre en estas zonas. Cuando no es temporada de anidación, las tortugas pueden migrar cientos e incluso miles de kilómetros. Las tortugas también pueden dormir en la superficie mientras están en aguas profundas o bien bajo una zona rocosa en zonas costeras. Muchos buceadores se han encontrado tortugas verdes durmiendo debajo de salientes en los arrecifes. Los neonatos típicamente duermen flotando en la superficie, y normalmente tienen sus aletas delanteras dobladas hacia atrás por encima de su caparazón.
Se cree que el cortejo y apareamiento para la mayoría de tortugas marinas ocurre durante un periodo “receptivo” limitado previo a la primera anidación de la hembra. Más tarde, sólo las hembras llegan a la orilla para anidar; los machos casi nunca regresan a tierra una vez abandonan la arena de su playa natal. Durante la temporada de apareamiento, los machos cortejarán a una hembra frotándole el hocico en la cabeza o bien mordiéndole suavemente su nuca y aletas traseras. Si la hembra no huye, el macho se montará en la parte trasera del caparazón de la hembra agarrándose a la parte superior con las uñas de sus aletas delanteras. El macho a continuación doblará su larga cola debajo del caparazón de la hembra para copular.
Las hembras observadas en una playa de anidación justo después de haber copulado suelen presentar arañazos en el caparazón y pueden sangrar en la zona en la que el macho estaba adherido. La copulación puede darse ya sea en la superficie o bajo el agua. A veces, varios machos competirán por las hembras y hasta pueden pelear por ellas. Los observadores de los apareamientos de tortugas han reportado un comportamiento muy agresivo por partes de ambos, machos y hembras. Las hembras pueden aparearse con varios machos justo antes de la temporada de anidación y almacenar el esperma durante varios meses. Cuando ella finalmente pone sus huevos, habrán sido fertilizados por diferentes machos. Este comportamiento puede ayudar a conservar una alta diversidad genética en la población.
Muy poco se sabe sobre por qué las tortugas marinas anidan en algunas playas y no en otras. En Florida, las cabezonas anidan a millares en la costa este central, mientras que en playas idénticas más al norte casi no se observan. Esta distribución en la anidación puede reflejar condiciones que existieron siglos atrás, cuando la temperatura, el perfil de la playa o la falta de depredación hacían preferibles algunas playas para las tortugas. Hoy día, los humanos están afectando los lugares donde las tortugas anidan. La erosión de la playa causada por la edificación en la costa y canales de navegación, luces artificiales y relleno en las playas están impactando dichos ecosistemas. Estos cambios seguramente tendrán efectos a largo plazo en las futuras tendencias de anidación. Cuanto más entendamos el cómo, seremos capaces de proteger mejor sus hábitats de anidación.
La mayor parte de las hembras regresan fielmente a la misma playa cada vez que están listas para anidar. No sólo aparecen en la misma playa, sino que a menudo emergen en el mismo transecto donde anidaron la última vez.
Sólo las hembras anidan, y se da mayoritariamente por la noche. La hembra sale del océano, pausando frecuentemente en una búsqueda cuidadosa de su espacio. A veces la tortuga trepará fuera del agua, pero, por motivos desconocidos, decidirá no anidar. Esto se denomina “media luna” o “regreso”, y puede ocurrir de forma natural o puede ser causado por luces artificiales o la presencia de personas en la playa. La mayoría de hembras anidan como mínimo un par de veces durante la temporada de anidación, aunque los individuos de algunas especies pueden anidar una sola vez mientras que otras lo harán más de 10 veces. Fuera del agua, las tortugas marinas suelen ser lentas y se sienten incómodas, con lo que el proceso de anidación supone un trabajo extenuante para ellas.
La tortuga hembra trepa hasta una parte seca de la playa y comienza a limpiar la zona con sus aletas delanteras. A continuación, construye “una cama” excavando de nuevo con sus aletas y rotando su cuerpo. Una vez completada la cama, hará un hueco para depositar sus huevos usando sus aletas traseras como si fueran palas. La tortuga modelará dicho hueco como si fuera una lágrima con una ligera inclinación en uno de los lados.
Cuando la tortuga ha terminado de cavar el nido, comenzará a poner sus huevos, cayendo habitualmente de dos en dos y acompañados de una sustancia viscosa llamada “moco”. El tamaño medio de una puesta suele variar entre 80 y 120 huevos, dependiendo de la especie. Como los huevos son flexibles, no se romperán cuando caigan dentro del nido. Dicha flexibilidad también permite que ambos, la hembra y el nido, puedan soportar mayor cantidad de huevos. Las hembras anidadoras sueltan una lágrima mientras ponen sus huevos, pero lo que realmente están haciendo es excretar la sal que se les acumula en el cuerpo. Además, se dice que mientras ponen sus huevos, las tortugas entran en una especie de trance del cual no pueden ser molestadas.
Esto no es totalmente cierto. Una tortuga tendrá menos posibilidades de abandonar el nido cuando esté poniendo sus huevos, pero algunas han abortado su proceso natural por ser molestadas o al sentirse amenazadas. Por dicha razón, es muy importante que no se moleste a las tortugas mientras están anidando. Una vez se han depositado todos los huevos en el nido, la hembra usará sus aletas traseras para cubrir el hueco, compactando la arena gradualmente para, acto seguido, cubrir y camuflar el nido lanzando más arena con las aletas delanteras. Al lanzar arena en todas direcciones, será mucho más difícil para los depredadores encontrar los huevos. Después de que el nido está bien escondido, la hembra trepará de vuelta al mar para descansar un poco antes de volver a anidar más tarde durante la temporada o bien antes de iniciar de nuevo su migración hacia las zonas de alimentación. Una vez la hembra deja el nido, jamás regresará a cuidarlo.
La incubación de los huevos se da en 60 días, pero como es la temperatura la que determinará la velocidad de desarrollo de los embriones, el momento de eclosión puede variar. Básicamente, cuanto más caliente esté la arena alrededor del nido, antes se desarrollará el embrión. Una arena más fresca tenderá a producir más machos, y la arena más caliente, mayor número de hembras.
A diferencia de los bebés de caimán, que son liberados del nido por sus madres, los neonatos de tortuga marina tendrán que hacerlo todo por sí mismos. Para romper la cáscara del huevo, las crías usan un diente temporal afilado, llamado “diente de huevo”. Dicho diente es una extensión de la parte de superior de la mandíbula que se les cae poco después de su nacimiento. La excavación para salir del nido es un auténtico trabajo en equipo que puede tomar varios días. Los neonatos suelen salir del nido por la noche o durante una tormenta, cuando la temperatura es más fresca. Una vez deciden salir, salen del nido en grupo cual erupción volcánica. Las tortuguitas se orientan hacia el mar por tratarse del punto con mayor brillo. Acto seguido, se dirigen hacia éste.
Si no logran llegar rápido, muchas crías morirán por deshidratación o serán atrapadas por depredadores como los cangrejos o las aves marinas. Una vez en el agua, nadarán varios kilómetros, alejándose de la orilla, donde quedarán atrapadas por corrientes o parches de sargazo que las transportarán durante años, hasta que regresen a aguas costeras. Existen numerosos obstáculos para las tortuguitas en mar abierto. Los tiburones, los grandes peces y algunas aves, son ejemplos de sus depredadores; asimismo, pueden morir por ingesta de basura marina o al encontrarse con manchas de gasolina. Los obstáculos son tan numerosos para estas crías que sólo una de cada 1000 llegará a la edad adulta.
La habilidad de una tortuga marina de migrar cientos (y ocasionalmente miles) de kilómetros de sus áreas de alimentación a las zonas de anidación es uno de los actos más destacables del mundo animal. El hecho de que las hembras adultas regresen fielmente a la playa donde nacieron, hace que este hecho sea aún más increíble. La investigación sobre a dónde y cómo migran las tortugas marinas ha sido uno de los focos más importantes para los científicos durante las últimas décadas. La información recogida es vital para el desarrollo de las estrategias de conservación para las especies. Ahora sabemos que las tortugas marinas migran durante toda su vida, empezando desde su primer “frenesí natatorio” como neonatos.
Durante sus primeras críticas 48 horas, un neonato debe viajar desde la playa hasta un lugar en el océano donde se sienta relativamente protegido de sus depredadores y donde pueda conseguir comida. Muchos neonatos en el Atlántico y el Caribe usan la corriente del Golfo, que contiene parches flotantes de sargazo. Ahí los juveniles encuentran una buena fuente de alimento y pocos depredadores. Después de varios años flotando alrededor del Atlántico estos juveniles son lo suficientemente grandes como para aventurarse a regresar a aguas costeras.
“Aunque todas las cabezonas de Florida parece que pasan unos años dentro del giro del Atlántico Norte, probablemente las diferentes tortugas no siguen de forma precisa la misma ruta migratoria. En el diagrama de la derecha, las líneas rojas indican algunas posibles rutas migratorias que algunos individuos siguen. Adicionalmente, mientras que parece que la mayoría de tortugas sólo dan la vuelta una vez al giro, algunos individuos puede que permanezcan en el Mar de Sargazo, y unas pocas se han capturado en el Mar Mediterraneo”.
Reeditado de un estudio sobre la Orientación y Navegación de los neonatos de tortuga cabezona.
Las tortugas marinas típicamente pasan sus años como juveniles alimentándose y creciendo en hábitats costeros. Una vez alcanzan la madurez sexual, se cree que migran a una nueva área de alimentación. Es en esta área de alimentación primaria donde probablemente las tortugas adultas permanecen a lo largo de sus vidas, excepto durante la época de apareamiento. Cuando llega su momento para aparearse y anidar ambos, machos y hembras, abandonan las áreas de alimentación y migran hacia las playas de anidación. Esta migración periódica continuará a lo largo de toda su vida.
En el océano abierto, las tortugas marinas se encuentran con fuertes corrientes; tienen una vista limitada, sólo son capaces de sacar unos cuantos centímetros su cabeza fuera del agua, y habitualmente no tienen muchos puntos de referencia en tierra. Incluso con este tipo de limitaciones, las tortugas marinas habitualmente navegan largas distancias para encontrar el mismo pedacito de playa de anidación. Cómo lo logran es uno de los grandes misterios del reino animal, y la búsqueda de esta respuesta ha sido objeto de estudio de generaciones de investigadores. Una nueva y prometedora teoría sobre cómo navegan las tortugas sugiere que son capaces de detectar tanto el ángulo como la intensidad del campo magnético de la tierra. Usando estas dos características, una tortuga puede ser capaz de determinar su latitud y longitud, capacitándola para navegar virtualmente a cualquier lugar. Experimentos tempranos parecen probar que las tortugas marinas tienen la habilidad de detectar los campos magnéticos. El hecho de si usan dicha habilidad para navegar es algo que está siendo investigado.
En particular, para proteger adecuadamente a las tortugas en todos sus hábitats, debemos conocer dónde están dichos lugares, cómo se comportan las tortugas cuando los usan, y las rutas que éstas siguen para ir y volver. La mayoría de la investigación en tortugas se ha llevado a cabo en playas de anidación- y por razones muy lógicas. Estas áreas son de mucho más fácil acceso para los investigadores, y lo que ocurre en la playa de anidación (producción de nuevos individuos) es extremadamente importante para la supervivencia de las especies. Los esfuerzos de conservación se dirigen con mayor facilidad en estas áreas. Sin embargo, de todos los lugares a los que viajan las tortugas a lo largo de sus vidas, donde menor cantidad de tiempo pasan las tortugas es precisamente en las playas de anidación. Estos reptiles pasan alrededor de un 90% de sus vidas en el agua- alimentándose, apareándose, migrando y haciendo lo que sea que hace una tortuga cuando nadie la ve. Por consiguiente, las amenazas a las que se enfrentan las tortugas en el océano suponen grandes retos para los conservacionistas.
Para proteger a las tortugas marinas en su totalidad, debemos saber más sobre sus patrones migratorios y su comportamiento en el agua.
Los investigadores han utilizado diferentes métodos para determinar por dónde se mueven las tortugas. Uno de los métodos más simples incluye el ponerles una pequeña placa de metal en las aletas cuando llegan a la playa a desovar. Cada placa lleva un código numérico escrito y una dirección donde la gente puede mandarla si la encuentran. Cuando la gente devuelve una placa, obtienen una pequeña recompensa y se les pregunta dónde encontraron la tortuga. De esta manera, los investigadores van aprendiendo poco a poco los lugares a donde las tortugas migran. En el caso de las tortugas que anidan en Tortuguero, Costa Rica, los retornos de estas placas ponen en evidencia que las tortugas que anidan allí se dispersan a distintas zonas de alimentación en el Caribe. Una gran porción se dirige a la Costa de Miskito, en Nicaragua. Algunos esfuerzos se centran ahora en limitar el número de tortugas que se matan en esta área para el consumo de carne. El uso de estas placas en las aletas provee información vital, pero aún quedan muchas preguntas sin resolver.
Los investigadores llevan unos años usando satélites para rastrear a las tortugas marinas en mar abierto, ver Programa Educativo de Rastreo de Migración de Tortugas Marinas. Primero, un transmisor del tamaño de un celular grande se adhiere en la parte superior de la tortuga juvenil o adulta. El transmisor se pega directamente en el caparazón, detrás de la cabeza, donde una pequeña y flexible antena podrá salir a la superficie para transmitir una señal cada vez que la tortuga salga a respirar.
Un satélite Argos del espacio recibirá la información y la transmitirá de vuelta a los investigadores que están en tierra. Después de unos 8-10 meses, el transmisor dejará de trabajar y, eventualmente, se desprenderá de la tortuga.
El uso de programas de mapeo permite que los investigadores puedan ver dónde migran las tortugas, qué rutas toman y que tan rápido nadan. Además, si el mapa usado tiene suficiente detalle, también es posible determinar las características del hábitat donde se encuentra la tortuga. Después de monitorear un cierto número de tortugas en una población determinada, los investigadores aprenden poco a poco donde se sitúan las áreas de alimentación más importantes y a qué tipo de amenazas se enfrentan en el mar. Esta información, por supuesto, permite que los conservacionistas centren sus esfuerzos en las áreas más importantes.